Cultivar cannabis en sistemas hidropónicos tiene muchas ventajas: crecimiento acelerado, mayor control de nutrientes, menos plagas del sustrato. Pero también impone un reto muy específico y poco visible: la oxigenación del agua. Porque aunque las raíces estén sumergidas en una solución rica en nutrientes, sin oxígeno suficiente, todo se derrumba.
Y cuando decimos todo, hablamos literalmente. Sin oxígeno disuelto, las raíces se asfixian, los microorganismos beneficiosos mueren, las bacterias anaeróbicas proliferan y el resultado es una planta que parece estar bien… hasta que ya no lo está. Por eso, entender cómo oxigenar correctamente el agua es una de las claves para que tu sistema hidropónico funcione como debe.
¿Por qué las raíces también respiran?
Aunque muchas veces se asume que las plantas obtienen lo que necesitan solo del aire y la luz, las raíces también requieren oxígeno para cumplir funciones vitales, especialmente en sistemas sin tierra.
En condiciones naturales, las raíces respiran a través de los poros del suelo. Pero en un sistema hidropónico, donde están sumergidas o en contacto permanente con soluciones acuosas, el oxígeno debe estar presente directamente en el agua, en forma de oxígeno disuelto (OD).
Cuando ese oxígeno no está disponible en cantidad suficiente, comienza la hipoxia radicular: las células dejan de funcionar, se acumulan toxinas, se inhibe la absorción de nutrientes y el crecimiento se detiene. Y lo peor: las raíces se vuelven vulnerables a patógenos como Pythium, causante de la temida pudrición radicular.
El nivel ideal de oxígeno disuelto
En cultivo hidropónico, el oxígeno disuelto se mide en miligramos por litro (mg/L). Aunque depende de la temperatura del agua y de otros factores, el rango ideal está entre 6 y 8 mg/L.
Por debajo de 5 mg/L, las raíces comienzan a estresarse. Si cae a 3 mg/L o menos, los riesgos de enfermedades se disparan. Y si sube por encima de 10 mg/L, puede parecer ideal, pero puede generar desequilibrios o burbujas que afectan la estabilidad de la solución si no se maneja bien.
Es importante destacar que el oxígeno no se “acumula”: se consume constantemente por las raíces y los microorganismos. Por lo tanto, la oxigenación debe ser constante, no intermitente.
La temperatura como factor determinante
Pocos factores afectan tanto al oxígeno disuelto como la temperatura del agua. Cuanto más caliente está el agua, menos oxígeno puede retener.
Por ejemplo, a 20 °C, el agua puede mantener hasta 9 mg/L de OD. Pero si sube a 28 °C, esa capacidad baja a unos 7 mg/L… o menos. Y como en un sistema cerrado la temperatura puede subir rápidamente por luces, bombas o ambiente exterior, es fundamental mantenerla entre 18 °C y 22 °C.
Esto no solo favorece la oxigenación, sino que evita la proliferación de patógenos, que adoran los ambientes cálidos y pobres en oxígeno. Una bomba de agua sin control de temperatura puede ser el peor enemigo silencioso de tu cultivo.
Métodos para oxigenar correctamente el agua
Aquí es donde muchos cultivadores marcan la diferencia. Existen varios métodos para aumentar el oxígeno disuelto, pero no todos funcionan igual en todos los sistemas.
Uno de los más comunes es el uso de bombas de aire conectadas a piedras difusoras, que generan burbujas finas dentro del tanque o depósito. Estas burbujas, al subir, rompen la tensión superficial y permiten el intercambio gaseoso, enriqueciendo la solución con oxígeno.
Sin embargo, la eficacia de este sistema depende de varios factores: potencia de la bomba, calidad del difusor, tamaño de las burbujas y volumen del depósito. Las burbujas grandes, por ejemplo, suben muy rápido y oxigenan poco.
Otro método eficaz, especialmente en sistemas NFT o DWC, es el uso de cascadas o caídas de agua. Al dejar caer la solución desde cierta altura en su retorno al tanque, se oxigena naturalmente mediante la agitación, similar a lo que ocurre en ríos o arroyos. Es simple, barato y funciona.
Algunos cultivadores avanzados combinan ambos métodos para garantizar una oxigenación estable y redundante, especialmente cuando trabajan con soluciones nutritivas de alta concentración.
Evitar el colapso: síntomas de mala oxigenación
Detectar un problema de oxígeno a tiempo puede salvar una cosecha. Pero el desafío está en que los síntomas suelen confundirse con otros problemas, como exceso de nutrientes o enfermedades radiculares.
Algunas señales que indican posible hipoxia son:
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Raíces marrones o babosas, con mal olor.
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Crecimiento lento, sin causa aparente.
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Hojas caídas, a pesar de un pH y EC correctos.
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Pérdida de vigor general y dificultad para absorber nutrientes.
En estos casos, no basta con aplicar productos “antihongos” o fungicidas. La solución real pasa por mejorar el entorno, no solo tratar los síntomas. Y eso comienza, casi siempre, por oxigenar mejor.
Microorganismos beneficiosos: otra razón para oxigenar bien
En sistemas hidropónicos vivos, donde se usan biofertilizantes, micorrizas o bacterias benéficas, la oxigenación cobra aún más relevancia. Estos microorganismos necesitan oxígeno para realizar su tarea: convertir materia orgánica en nutrientes biodisponibles y proteger la rizosfera de patógenos.
Cuando el nivel de oxígeno cae, estos aliados mueren… y en su lugar aparecen organismos anaeróbicos, que no solo no ayudan, sino que generan toxinas y descomponen el sistema.
Por eso, si apostás por una hidroponía biológica o regenerativa, la oxigenación no es opcional, es fundamental.
Un ecosistema líquido en equilibrio
La hidroponía no es un atajo, es una ciencia delicada. Y el agua, aunque parezca homogénea, es un sistema vivo y cambiante, donde la falta de oxígeno puede desequilibrar todo.
No se trata solo de agregar una piedra difusora y listo. Se trata de medir, ajustar, observar, y sobre todo, de entender que el éxito del cultivo comienza debajo, donde no se ve.
El oxígeno no es un lujo para las raíces. Es su alimento invisible. Y cuando está en el nivel justo, la planta lo agradece con raíces blancas, sanas y un crecimiento explosivo que no se logra por otro medio.